Young individuals bathed in radiant light speaking in tongues. White doves soar above, symbolizing the presence of the Holy Spirit.

¿Cuál es la verdadera finalidad de hablar en lenguas?

Hablar en lenguas, a menudo denominado glosolalia, es un tema de profundo interés en la teología cristiana. ¿Qué dice la Biblia sobre la finalidad y el significado de este don espiritual?

El don de hablar en lenguas, a menudo asociado con los movimientos pentecostales y carismáticos, ha sido un tema de ferviente discusión y, a veces, de controversia, dentro de la comunidad cristiana. Es un concepto impregnado de historia, teología y experiencia personal. Este don, tal como se detalla en el Nuevo Testamento de la Biblia, puede resultar misterioso, pero mediante la exploración orante de las Escrituras, podemos comprender mejor su función y relevancia.

El Fundamento Bíblico del Hablar en Lenguas

No hay mejor lugar para comenzar nuestra exploración del hablar en lenguas que el Libro de los Hechos, concretamente el relato de Pentecostés (Hch 2:1-13). Ese día, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos, que empezaron a hablar en distintas lenguas, lenguas que desconocían. La multitud quedó asombrada, pues cada persona podía oír a los discípulos hablar en su propia lengua.

Profundizando en el Nuevo Testamento, encontramos las enseñanzas del apóstol Pablo sobre este tema en sus cartas a los Corintios. En 1 Corintios 12, Pablo presenta los dones espirituales, incluido el de hablar en lenguas. Sus escritos pintan el cuadro de una faceta compleja pero esencial de la fe y la práctica cristianas. Pablo nos dice que hablar en lenguas es un don espiritual otorgado por el Espíritu Santo (1 Cor 12,10). Añade que no todos los creyentes reciben los mismos dones, incluido el don de lenguas (1 Corintios 12:30).

El Apóstol proporciona una pieza crucial del rompecabezas en 1 Corintios 14. Subraya que la capacidad de hablar en lenguas es, en efecto, un don espiritual, pero no es el mayor de ellos. El amor, sugiere, los supera a todos (1 Corintios 13:1). Aun así, hablar en lenguas ocupa un lugar único en el culto cristiano, pues permite a la persona comunicarse directamente con Dios (1 Corintios 14:2).

El don de lenguas tiene una doble naturaleza. En el primer caso, como se vio en Pentecostés, se hablan lenguas humanas conocidas y desconocidas para el hablante. La segunda, de la que habla Pablo, es una lengua celestial que sólo Dios conoce (1 Cor 14,2). Subraya que el don es beneficioso para la edificación personal y el crecimiento espiritual, pero es el don de profecía el que edifica a la Iglesia (1 Corintios 14:4).

La Biblia introduce el concepto de hablar en lenguas en el Libro de los Hechos, sobre todo durante los acontecimientos de Pentecostés. El apóstol Pablo amplía este don espiritual en sus cartas a los Corintios, aclarando su naturaleza y finalidad. Es un don del Espíritu Santo, concedido a algunos creyentes, pero no a todos. Sirve para permitir la comunicación directa con Dios y es principalmente para el crecimiento espiritual personal. Sin embargo, no es el mayor de los dones espirituales, sino el amor.

Comprender la finalidad de hablar en lenguas

El don de hablar en lenguas tiene una finalidad polifacética en la vida de un creyente. La Biblia nos ayuda a identificar estos propósitos, revelando el papel único que desempeña este don espiritual en la fe y la práctica cristianas.

Hablar en lenguas era una señal para los incrédulos (Hch 2:4-11). El Día de Pentecostés, este don se manifestó públicamente, llamando la atención de muchos y conduciendo a su conversión. Esto sugiere que una de las funciones de hablar en lenguas podría ser una herramienta de evangelización, una señal del poder de Dios en acción.

Hablar en lenguas permite la edificación personal. Como explica el apóstol Pablo, cuando un creyente habla en una lengua, se edifica a sí mismo, aumentando esencialmente su propia fuerza espiritual (1 Corintios 14:4). Esta interacción divina podría profundizar la conexión del creyente con Dios y fomentar el crecimiento espiritual.

El tercer propósito se refiere a la edificación de la Iglesia, pero esto sólo es posible cuando se interpreta la lengua hablada (1 Corintios 14:5). Esto significa que, idealmente, un mensaje hablado en lenguas en el entorno de la Iglesia debe ser interpretado para que todos puedan entenderlo y ser edificados.

Pablo también menciona el hablar en lenguas en relación con la oración y el culto (1 Cor 14:14-15). Esto podría sugerir que es un medio de expresar nuestros sentimientos y anhelos más íntimos, más allá de lo que podría captar nuestra lengua materna.

Pablo introduce un contraste entre las lenguas y la profecía en sus escritos. Aunque no desacredita las lenguas, eleva la profecía como don que sirve para edificar, exhortar y consolar a la Iglesia (1 Corintios 14:3). Sin embargo, las lenguas, cuando se interpretan, pueden servir para un fin similar, asegurando la edificación de toda la iglesia (1 Corintios 14:5).

La Biblia presenta varias finalidades para el don de hablar en lenguas: sirve como señal para los no creyentes, fomenta la edificación personal y puede contribuir a la edificación de la Iglesia cuando va acompañado de la interpretación. También es un medio de profundizar en la vida de adoración y oración de un creyente. Sin embargo, Pablo señala que, aunque el don de lenguas es importante, el don de profecía desempeña un papel más esencial en la edificación de la Iglesia.

El uso adecuado del don de hablar en lenguas en el cristianismo moderno

Dada su naturaleza fascinante y compleja, ¿cómo encaja adecuadamente el don de hablar en lenguas en el contexto del cristianismo moderno? Las orientaciones del apóstol Pablo en sus cartas a los Corintios nos dan una idea de esta cuestión.

En un entorno congregacional, Pablo advierte que el uso de las lenguas debe conducir siempre a la edificación de la iglesia (1 Corintios 14:5). Si alguien habla en una lengua, debe seguirle una interpretación, que garantice que el mensaje sea comprendido por todos los presentes y contribuya así a su enriquecimiento espiritual. Sin interpretación, se aconseja al orador que permanezca en silencio en la iglesia y hable para sí mismo y para Dios (1 Corintios 14:27-28).

Pablo también pone un límite al número de personas que deben hablar en lenguas en un mismo servicio, sugiriendo que sean dos, o como máximo tres (1 Corintios 14:27). Esto refuerza el énfasis en el orden en el culto, asegurando que todo se haga para edificar y no lleve a confusión (1 Cor 14:33).

Aunque hablar en lenguas es un don legítimo del Espíritu Santo, Pablo subraya que el amor debe ser el fundamento de todo ejercicio espiritual, incluido éste (1 Corintios 13:1). Esto significa que el ejercicio de este don no debe utilizarse para dividir, sino para unificar, no para menospreciar, sino para animar.

Pablo reconoce el uso personal y privado de hablar en lenguas para la edificación individual (1 Corintios 14:4). Esto sugiere que un creyente podría utilizar este don en sus momentos personales de oración y adoración, permitiéndole comunicarse profundamente con Dios.

En el cristianismo moderno, el don de hablar en lenguas encuentra su lugar dentro de las directrices establecidas por Pablo. En un entorno congregacional, debe edificar a la iglesia e ir acompañado de interpretación. El número de oradores en un mismo servicio debe ser limitado, promoviendo el orden. El amor debe ser el motivo subyacente de su uso. Puede utilizarse en privado para edificación personal, enriqueciendo la comunicación con Dios.

El don de hablar en lenguas, tal como se describe en la Biblia, sirve tanto para fines personales como comunitarios. Proporciona una oportunidad para el crecimiento espiritual personal, profundiza el vínculo con Dios y edifica a la iglesia cuando se interpreta. El apóstol Pablo proporciona un marco para su uso adecuado en el entorno eclesiástico, haciendo hincapié en la edificación y el orden. Como creyentes, estamos llamados a apreciar este don, comprendiendo su lugar y su papel dentro de nuestra fe. 

  • ¿Cómo enriquece el conocimiento de hablar en lenguas tu comprensión de los dones espirituales?
  • ¿Cómo puede influir este don en tu vida personal de oración?
  • ¿De qué manera puede contribuir el uso correcto de este don a la edificación de tu iglesia local?

Que la riqueza de los dones espirituales siga inspirando nuestra fe, acercándonos cada vez más a nuestro bondadoso Señor. Atesoremos cada don, incluido el de hablar en lenguas, como testimonio de la ilimitada creatividad y generosidad de Dios en nuestras vidas.

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