Urban cityscape juxtaposed with ancient ruins. In the foreground, an individual with a Bible in hand, stands beside an ancient apostle or prophet, both looking contemplatively into the distance.

¿Hay apóstoles y profetas hoy?

El papel de los apóstoles y profetas fue fundamental en la Iglesia primitiva. ¿Cómo sugiere o limita la Biblia su existencia y papel en la era cristiana moderna?

Desde una perspectiva bíblica, las funciones de apóstoles y profetas han sido fundamentales para la fundación y el crecimiento de la fe cristiana. Sin embargo, existe un gran debate sobre si estas funciones siguen existiendo en nuestro mundo contemporáneo. En este artículo analizaremos lo que dice la Biblia sobre la existencia de apóstoles y profetas en la actualidad y consideraremos diversos puntos de vista al respecto. Sumerjámonos en las Escrituras para desentrañar los misterios que se esconden tras estas funciones espirituales.

Comprender a los apóstoles y profetas en la Biblia

Para comprender mejor la existencia de apóstoles y profetas en la actualidad, primero debemos establecer qué implicaban estas funciones en la Biblia. Profundicemos en las definiciones y funciones de apóstoles y profetas en las Escrituras.

Apóstoles

En el Nuevo Testamento, el término “apóstol” se refiere a un mensajero o enviado, alguien que es enviado con una misión específica. A los doce apóstoles originales, elegidos por el propio Jesús, se les encomendó la tarea de difundir el Evangelio y establecer la Iglesia cristiana primitiva. Tras la resurrección y ascensión de Jesús, los apóstoles recibieron el Espíritu Santo, que les concedió dones espirituales y autoridad para hacer milagros, curar enfermos e incluso resucitar muertos. Algunos de los apóstoles más conocidos son Pedro, Santiago y Juan.

El apóstol Pablo, aunque no era uno de los doce originales, también es considerado un apóstol debido a su dramática conversión y posterior compromiso con la difusión del Evangelio. En Efesios 4:11-12, Pablo escribe: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.”

Profetas

Los profetas, por su parte, eran los portavoces de Dios que transmitían al pueblo mensajes de inspiración divina. Fueron prominentes tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Los profetas a menudo recibían visiones, sueños o revelaciones directas de Dios, que luego comunicaban al pueblo. Eran responsables de advertir, reprender y animar al pueblo de Israel, y desempeñaban un papel crucial a la hora de guiarlo hacia la voluntad de Dios.

En el Nuevo Testamento, el papel del profeta continuó en la Iglesia cristiana primitiva. Profetas como Agabo (Hch 11:27-28; 21:10-11) y las hijas de Felipe (Hch 21:8-9) formaban parte de la comunidad cristiana primitiva, proporcionando orientación y dirección a los seguidores de Jesús. El don de profecía también se menciona en 1 Corintios 12:28 y Romanos 12:6, lo que pone de relieve la importancia de la profecía dentro de la Iglesia.

Tanto los apóstoles como los profetas fueron esenciales para sentar los cimientos de la iglesia primitiva, como menciona Pablo en Efesios 2:19-20: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo.”

Pruebas bíblicas de la continuidad de apóstoles y profetas

La cuestión de si los apóstoles y profetas siguen existiendo en la actualidad ha sido un tema de debate entre los cristianos durante siglos. Para abordarlo, necesitamos examinar la evidencia bíblica que apoya o refuta su continuación en la actualidad.

Continuación de los dones espirituales

Un argumento clave a favor de la existencia de apóstoles y profetas en la actualidad es la continuación de los dones espirituales. En 1 Corintios 12, Pablo enumera varios dones espirituales, incluyendo el apostolado y la profecía, que son dados a los creyentes por el Espíritu Santo. Estos dones están destinados a edificar la Iglesia. Además, en Efesios 4:11-13, Pablo afirma: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Este pasaje sugiere que estas funciones continuarán hasta que la iglesia alcance la unidad y la madurez.

La Gran Comisión

Otro argumento que apoya la continuación de apóstoles y profetas viene del mandato de Jesús a sus discípulos, conocido como la Gran Comisión. En Mateo 28:18-20, Jesús instruye a sus seguidores a “id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. Este mandato se extiende más allá de los doce apóstoles originales y puede verse como una directiva para que todos los creyentes continúen la labor de difundir el Evangelio y establecer la Iglesia.

El papel de los profetas en la Iglesia primitiva

En la Iglesia primitiva, los profetas desempeñaron un papel importante a la hora de guiar y dirigir a los seguidores de Jesús. Por ejemplo, en Hechos 13:1-3, el Espíritu Santo ordena a los profetas y maestros de Antioquía que aparten a Bernabé y Pablo para su labor misionera. Este acontecimiento demuestra que el don de profecía era operativo y vital en la Iglesia primitiva. Además, en 1 Corintios 14:1, Pablo anima a los creyentes a “seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis”. Esta exhortación implica que la profecía debe ser buscada y valorada dentro de la iglesia.

La evidencia bíblica antes mencionada demuestra que las funciones de los apóstoles y profetas fueron fundamentales en la iglesia primitiva y que existe una base bíblica para la continuación de estas funciones en la actualidad. Mientras que algunos pueden argumentar que estas funciones cesaron después de la era apostólica, la Biblia sugiere que pueden persistir hasta que la iglesia alcance su unidad y madurez previstas.

Apóstoles y profetas modernos: ¿Cómo se manifiestan?

Dada la evidencia bíblica que apoya la continuidad de apóstoles y profetas, es esencial considerar cómo se manifiestan estas funciones en el mundo actual. Aunque la naturaleza de estas funciones puede diferir de sus homólogos bíblicos, los principios subyacentes siguen siendo los mismos.

Apóstoles modernos

Puede que los apóstoles de hoy no reflejen a los doce apóstoles originales, pero podrían encarnar la vocación apostólica de diversas maneras. Algunos líderes cristianos contemporáneos, por ejemplo, pueden ser considerados apóstoles debido a su dedicación a la difusión del Evangelio, la plantación de iglesias, y la prestación de orientación espiritual a las comunidades en todo el mundo. Estos apóstoles modernos también pueden mostrar dones espirituales como la curación, el discernimiento, e incluso la realización de milagros, que pueden ser vistos como evidencia del Espíritu Santo trabajando a través de ellos.

Es importante señalar que el concepto de apóstoles modernos no es universalmente aceptado entre los cristianos. Algunos creen que la función de apóstol era exclusiva de la Iglesia del siglo I y que el término sólo debe utilizarse para describir a los doce apóstoles originales y a Pablo. A pesar de este desacuerdo, muchos cristianos reconocen el valor del ministerio apostólico en la iglesia contemporánea.

Profetas modernos

Al igual que los apóstoles, el papel de los profetas en el mundo actual puede no ser idéntico al de sus homólogos bíblicos. Sin embargo, hay individuos que afirman poseer el don de profecía y proporcionar orientación, aliento o advertencias a la iglesia. Estos profetas modernos pueden recibir visiones, sueños o revelaciones directas de Dios, al igual que los profetas bíblicos. La función principal de estas personas es edificar a la Iglesia y acercar a los creyentes a Dios.

Al evaluar la legitimidad de los profetas modernos, se anima a los cristianos a ejercer el discernimiento y probar los espíritus, como se aconseja en 1 Juan 4:1, que dice: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.” El mensaje de un verdadero profeta debe estar en consonancia con las Escrituras y glorificar a Dios.

Aunque las funciones de los apóstoles y profetas pueden haber evolucionado desde los tiempos bíblicos, hay evidencia bíblica que apoya su continuación en el mundo de hoy. Los apóstoles y profetas modernos pueden servir para edificar la iglesia, difundir el Evangelio y orientar a los creyentes. Como cristianos, es crucial ejercer el discernimiento cuando nos encontremos con personas que reclaman estas funciones, asegurándonos de que sus enseñanzas y acciones se alinean con las Escrituras y las enseñanzas de Jesús.

Acogiendo la labor de los apóstoles y profetas en la actualidad

Como hemos explorado la evidencia bíblica y discutido la manifestación de apóstoles y profetas en el mundo de hoy, se hace evidente que estas funciones siguen desempeñando un papel importante en el crecimiento espiritual de la iglesia. Con esto en mente, aquí hay tres preguntas personales para que usted considere:

  • ¿Cómo ve las funciones de los apóstoles y profetas en su propio camino espiritual?
  • ¿Hay algún apóstol o profeta moderno cuyas enseñanzas hayan influido en su fe?
  • ¿Cómo puedes contribuir a la misión de difundir el Evangelio y edificar la Iglesia?

Recuerda que la labor de los apóstoles y profetas es fortalecer la Iglesia y acercar a los creyentes a Dios. Al acoger su ministerio en nuestras vidas, tratemos también de cultivar nuestros propios dones y talentos espirituales, para que también nosotros podamos desempeñar un papel en la edificación del cuerpo de Cristo. Juntos, podemos luchar por la unidad y la madurez espiritual, cumpliendo el propósito para el que hemos sido llamados.

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