Ancient library with scrolls and manuscripts like the Bible and Apocrypha scattered across wooden tables.

¿Los Apócrifos forman parte de la Biblia cristiana?

Los apócrifos se refieren a una colección de textos antiguos que tienen un estatus único y variado dentro de las tradiciones cristianas. ¿Cuál es la composición de los Apócrifos y qué factores históricos llevaron a su categorización distinta, separada de los libros canónicos de la Biblia?

Cuando navegamos por la Biblia, a menudo nos encontramos con el término “Apócrifos”, una colección de obras que existe en una especie de limbo bíblico. Estos libros, aunque no son universalmente aceptados como escrituras canónicas por todas las confesiones cristianas, han desempeñado sin embargo un papel importante en el desarrollo del pensamiento y la doctrina cristianos. Nuestra exploración nos llevará a los orígenes históricos de estos textos, su contenido y las distintas perspectivas que mantienen las diversas tradiciones cristianas sobre su lugar en el canon sagrado.

Comprender el contexto histórico de los apócrifos

Cuando hablamos de los apócrifos, nos referimos a un grupo de escritos judíos compuestos entre el final del periodo del Antiguo Testamento y el principio del periodo del Nuevo Testamento. El término “apócrifo” procede de una palabra griega que significa “oculto” o “secreto”, pero en el contexto de la literatura bíblica ha adquirido un significado más específico. 

En los siglos que precedieron al nacimiento de Cristo, el pueblo judío vivió bajo diversos imperios y se enfrentó a presiones culturales y religiosas. Los textos apócrifos reflejaban a menudo estas experiencias y proporcionaban sabiduría, aliento y, a veces, relatos históricos que ayudaban a la comunidad judía a mantener su fe y su identidad en medio de estos desafíos. 

Varios de estos textos, como Tobit, Judit y las adiciones a Daniel y Ester, se escribieron en este periodo intertestamentario y se incluyeron en la traducción griega de las Escrituras judías, conocida como Septuaginta (LXX). Esta traducción se utilizó ampliamente entre los judíos de habla griega y los primeros cristianos, lo que hizo que los textos apócrifos obtuvieran cierto reconocimiento e influencia.

Un punto clave en la historia de los apócrifos es el Concilio de Jamnia, una conferencia académica de eruditos judíos celebrada hacia el año 90 d.C.. Este concilio se convocó, entre otras razones, para definir el canon de las Escrituras judías. Este concilio decidió excluir los libros apócrifos del canon judío, principalmente porque no estaban escritos en hebreo y no se encontraban en la Biblia judía. 

Después de esto, la Iglesia cristiana primitiva pasó por un largo proceso de determinación de su propio canon de las Escrituras, que incluía el Antiguo Testamento. Aunque hubo cierto debate, en el siglo IV muchos líderes eclesiásticos, como Atanasio y Jerónimo, cuestionaban la canonicidad de los apócrifos, aunque reconocían su valor para la instrucción y la edificación. 

Al comprender el contexto histórico de los Apócrifos, queda claro que estos textos se escribieron durante un periodo tumultuoso para el pueblo judío, y ofrecieron sabiduría y orientación durante ese tiempo. Estos textos se incluyeron en la Septuaginta, ampliamente utilizada, y ejercieron cierta influencia en la primitiva iglesia cristiana. Sin embargo, el Concilio judío de Jamnia excluyó estos textos del canon judío. El debate sobre el lugar de estos textos en el canon cristiano continuó durante varios siglos, con importantes figuras de la iglesia cuestionando su canonicidad, a pesar de reconocer su valor instructivo.

El contenido de los apócrifos: Libros y temas

Los Apócrifos contienen una variedad de escritos que muestran diferentes temas y estilos. Los libros incluidos pueden variar según la tradición, pero la colección más común contiene 15 libros o secciones de libros. Éstos abarcan desde narraciones históricas hasta literatura sapiencial y desde visiones proféticas hasta oraciones.

Libros como 1 y 2 Macabeos son principalmente históricos, pues relatan la revuelta judía contra el Imperio Seléucida en el siglo II a.C.. Estos textos ofrecen una visión de los conflictos políticos, culturales y religiosos de la época. 

La literatura sapiencial, como la Sabiduría de Salomón y el Eclesiástico, continúa la tradición de la literatura sapiencial del Antiguo Testamento, como los Proverbios y el Eclesiastés. Contienen instrucciones para una vida recta, explorando temas como el temor del Señor, el uso de la palabra y la búsqueda de la sabiduría.

Además de éstos, hay libros como Tobías y Judit, que están más orientados a la narración de historias de fe, resistencia e intervención divina. Tobit, por ejemplo, cuenta una historia de devoción familiar, intervención angélica y la virtud de la limosna.

También hay adiciones a libros bíblicos ya existentes. Se trata de añadidos a Ester y Daniel que se encuentran en la Septuaginta, pero no en las versiones hebreas de estos libros. Por ejemplo, el añadido a Daniel incluye la historia de Susana y la de Bel y el Dragón.

Baruc, que pretende haber sido escrito por el secretario del profeta Jeremías, ofrece un mensaje de arrepentimiento y esperanza en medio del exilio. La Carta de Jeremías, a menudo considerada parte de Baruc, advierte contra la idolatría. 

La Oración de Manasés es una sentida súplica de perdón tradicionalmente atribuida al arrepentido rey Manasés de Judá. Por último, 1 y 2 Esdras contienen visiones y diálogos que tratan de los retos del sufrimiento y la esperanza del eschaton.

Los apócrifos abarcan diversos géneros y temas. Desde relatos históricos como 1 y 2 Macabeos, pasando por literatura sapiencial como la Sabiduría de Salomón y el Eclesiástico, hasta libros más narrativos como Tobit y Judit, estos textos aportan ideas diversas. Las adiciones a libros bíblicos como Ester y Daniel, los mensajes de arrepentimiento y esperanza de Baruc, la súplica de perdón de la Oración de Manasés y los diálogos visionarios de 1 y 2 Esdras contribuyen al rico tapiz de los Apócrifos.

Los apócrifos y las distintas tradiciones cristianas

Aunque el término “apócrifo” está muy extendido, su aplicación y aceptación difieren enormemente entre las distintas tradiciones cristianas. Esta variación tiene sus raíces principalmente en las primeras etapas de la historia cristiana, cuando se estaba estableciendo el canon de las Escrituras.

La tradición católica romana, tras el Concilio de Cartago a finales del siglo IV y el Concilio de Trento en el siglo XVI, reconoce los libros deuterocanónicos -término utilizado para los apócrifos que significa “segundo canon”-. Esta tradición incluye siete libros y pasajes adicionales de Ester y Daniel en su Antiguo Testamento. Cabe señalar que estas decisiones se produjeron en un momento en que la Iglesia estaba bajo escrutinio, durante la Reforma protestante, y sirvieron para reafirmar la autoridad de la Iglesia católica en la definición del canon.

Los cristianos ortodoxos orientales también incluyen estos textos en su canon, aunque con algunas diferencias. Consideran canónicos otros textos, como 3 Macabeos, el Salmo 151 y la Oración de Manasés, lo que refleja su visión más amplia de lo que constituye el canon bíblico.

Los protestantes, en cambio, suelen alinear su Antiguo Testamento con el canon judío, excluyendo los apócrifos. Los líderes de la Reforma protestante, como Martín Lutero, expresaron sus reservas sobre los libros apócrifos. Estos textos se separaron en la Biblia de Lutero y en las Biblias protestantes posteriores, normalmente en una sección denominada “Apócrifos”. Cabe destacar que estos textos no se consideran falsos ni heréticos; más bien, se consideran útiles para la instrucción, pero no para establecer la doctrina.

La tradición anglicana mantiene una especie de posición intermedia. Los 39 Artículos, documento fundacional del anglicanismo del siglo XVI, afirman que los apócrifos se leen como ejemplo de vida e instrucción de costumbres, pero no se utilizan para establecer ninguna doctrina.

El lugar de los Apócrifos varía dentro de las distintas tradiciones cristianas. La tradición católica romana reconoce estos textos como deuterocanónicos, formando parte de su Antiguo Testamento. Los cristianos ortodoxos orientales también los incluyen en su canon, junto con algunos textos adicionales. Las tradiciones protestantes, por el contrario, suelen separar estos textos, considerándolos instructivos pero no canónicos. El anglicanismo trata los apócrifos como útiles para la instrucción moral, pero no para determinar la doctrina.

Los Apócrifos ofrecen una visión única del periodo intertestamentario, una época de importantes acontecimientos históricos, culturales y religiosos. Sus diversos textos proporcionan un rico tapiz de sabiduría, narrativa, profecía y oración. Las distintas tradiciones cristianas tienen perspectivas distintas sobre el estatus canónico de los apócrifos, lo que refleja la diversidad dentro de la fe cristiana. Nuestro conocimiento de estos textos mejora nuestra comprensión del trasfondo histórico y cultural en el que se escribió el Nuevo Testamento.

Para comprometerte más con los Apócrifos, considera estas preguntas:

  • ¿Cómo contribuye el contexto histórico de los Apócrifos a la comprensión del periodo neotestamentario?
  • ¿Qué pueden enseñarnos los textos sapienciales y narrativos de los Apócrifos sobre la vida y la fe en tiempos de adversidad?
  • ¿Cómo influye la visión de tu propia tradición cristiana sobre los Apócrifos en tu comprensión del canon?

En el viaje de la fe, cada texto, cada palabra que nos conecta con nuestra herencia religiosa se convierte en un faro. Deja que los Apócrifos, con su perspectiva y contexto únicos, añadan otra dimensión a tu crecimiento espiritual. Al igual que hicieron las primeras comunidades cristianas, seguimos luchando con nuestra comprensión de las Escrituras, inspirados por la búsqueda de la verdad, guiados por el Espíritu Santo y arraigados en nuestro compromiso con Cristo resucitado.

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