Gospel scrolls on table—Matthew, Mark, Luke, John, adorned with unique symbols.

¿Por qué hay cuatro Evangelios en la Biblia? 

¿Cuáles son las razones históricas y teológicas de la presencia de cuatro Evangelios en la Biblia? ¿Cómo contribuyen sus diversas perspectivas a una comprensión más completa de la vida y las enseñanzas de Jesucristo?

La pregunta “¿Qué significa que la Biblia contenga cuatro únicos Evangelios?” puede haber surgido en su corazón y en su mente en algún momento. Parece una elección inusual, teniendo en cuenta la repetición entre las narraciones. Sin embargo, cada Evangelio -Mateo, Marcos, Lucas y Juan- tiene su propio énfasis, y nos proporciona una comprensión completa de la vida, el ministerio y la misión divina de Jesucristo. El propósito y la singularidad de cada Evangelio revelan el hermoso tapiz tejido por el relato colectivo del viaje terrenal de Jesucristo. 

La singularidad de cada Evangelio

Los cuatro Evangelios no son variaciones aleatorias de la misma historia. Ofrecen perspectivas distintas, haciendo hincapié en aspectos únicos de la vida y las enseñanzas de Jesús. Al permitirnos contemplar la vida y las enseñanzas de Jesús desde distintos ángulos, enriquecen nuestra comprensión de Él.

El Evangelio de Mateo está dirigido principalmente al público judío, y hace hincapié en Jesús como el Mesías prometido. Conocido por su estilo estructurado, Mateo alinea la historia de Jesús con las profecías del Antiguo Testamento, trazando paralelismos que los lectores judíos comprenderían. A menudo se afirma: “esto sucedió para que se cumpliera la palabra del Señor pronunciada por medio del profeta” (Mateo en todo), subrayando que el Mesías que esperaban era realmente Jesús.

El Evangelio de Marcos, el más breve de los cuatro, es enérgico e inmediato, y muestra a Jesús como un hombre de acción, el Siervo de Dios. Marcos apenas se detiene en los detalles de las enseñanzas o discursos de Jesús. En cambio, nos impulsa de un acto milagroso al siguiente, destacando el poder y la autoridad de Jesús (Marcos en todo). Es probable que el Evangelio de Marcos se escribiera para un público romano, familiarizado con la servidumbre y que apreciaba la fuerza y la decisión de un líder.

Lucas, el médico, escribió su Evangelio con un toque más suave, mostrando a Jesús como el Hijo del Hombre que vino para todas las personas. Su relato destaca la compasión y el cuidado de Jesús por los pobres, los marginados, los enfermos y los pecadores (Lucas en todo). También es el único Evangelio que contiene ciertas parábolas, como la del Buen Samaritano y la del Hijo Pródigo, que ponen de relieve la misericordia y la gracia. Escrito principalmente para un público gentil, el Evangelio de Lucas presenta a Jesús como el hombre perfecto, cercano y compasivo.

El Evangelio de Juan es distinto de los otros tres, conocidos como los Evangelios sinópticos, debido a sus puntos de vista similares. Juan ofrece una visión más espiritual de Jesús, centrándose en Su naturaleza divina como Hijo de Dios. Desde sus palabras iniciales, “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1), hasta sus reveladores diálogos y discursos, el Evangelio de Juan nos guía hacia una profunda comprensión de la identidad divina de Jesús.

El Evangelio de Mateo presenta a Jesús como el Mesías para los lectores judíos, alineando Su historia con las profecías del Antiguo Testamento. El Evangelio de Marcos, escrito probablemente para los romanos, muestra a Jesús como un hombre de acción, el Siervo de Dios, haciendo hincapié en Su autoridad. Lucas, escrito principalmente para un público gentil, muestra la compasión y el cuidado de Jesús por todas las personas, retratándolo como el hombre perfecto. El Evangelio de Juan, distinto de los Evangelios sinópticos, ofrece una profunda comprensión de la identidad divina de Jesús como Hijo de Dios. Así pues, cada Evangelio ofrece una perspectiva única de Jesús, que enriquece nuestra comprensión de Su vida y enseñanzas.

Comprender la audiencia y la finalidad de los Evangelios

Cada Evangelio se escribió pensando en un público concreto, cada uno con su contexto cultural y sus necesidades espirituales únicas. Comprender el público al que se dirigían y la finalidad de cada Evangelio nos permite ver por qué se compusieron de formas tan distintas.

Mateo, recaudador de impuestos convertido en discípulo, escribió para un público judío. Familiarizados con las costumbres, la historia y las profecías judías, sus lectores necesitaban ver a Jesús como el Rey profetizado, el Mesías. Mateo construyó su caso meticulosamente, presentando a Jesús como una figura real, que cumplía las promesas hechas a Abraham y David. Mateo destacó la genealogía de Jesús (Mateo 1), su nacimiento en Belén (Mateo 2) y su enseñanza autorizada (Mateo 5-7) para demostrar su linaje real y su papel mesiánico.

Marcos, compañero de Pedro, escribió su Evangelio para un público romano. Los romanos admiraban la acción, el poder y la decisión. Marcos retrató a Jesús como un incansable servidor de Dios y de la humanidad, realizando actos milagrosos y mostrando Su autoridad divina. Marcos presenta un flujo continuo de acciones -calmar la tempestad, curar a los enfermos, alimentar a miles- que ponen de relieve el poder de Jesús y la inmediatez de Su ministerio (Marcos en todo).

Lucas, médico y compañero de Pablo, escribió a gentiles que quizá no estuvieran familiarizados con las tradiciones y profecías judías. Por ello, su relato es rico en narraciones detalladas, que presentan a Jesús como un Salvador compasivo que acogía a todos, incluidos los pobres, los pecadores y los marginados. Lucas también destacó el papel de Jesús como el hombre perfecto, que cumple los ideales morales que sostenían los gentiles (Lucas en todo). Su Evangelio también contiene más parábolas que ningún otro, como la del Buen Samaritano y la del Hijo Pródigo, que ofrecen lecciones éticas y espirituales.

Juan, uno de los doce discípulos originales, tenía un propósito diferente. No escribió para un grupo cultural concreto, sino para todos los que buscan comprender quién es Jesús. Su Evangelio desvela a Jesús como el Hijo divino de Dios. El relato de Juan se sumerge en un territorio teológico más profundo, registrando profundas conversaciones y enseñanzas que revelan la identidad y misión divinas de Jesús. Algunos ejemplos son los diálogos con Nicodemo (Juan 3), la mujer samaritana (Juan 4) y el discurso sobre ser el buen pastor (Juan 10).

Mateo escribió para un público judío, mostrando a Jesús como el Rey profetizado, cumpliendo las promesas hechas a Abraham y David. Marcos compuso su Evangelio para los romanos, retratando a Jesús como siervo incansable de Dios y de la humanidad, destacando Su poder. Lucas se dirigió a los gentiles, presentando a Jesús como un Salvador compasivo que acogía a todos y ofrecía enseñanzas morales mediante parábolas. Juan, escribiendo para todos los buscadores de la verdad, desveló a Jesús como el divino Hijo de Dios mediante profundas conversaciones y enseñanzas. El público y el propósito de cada Evangelio conforman su retrato único de Jesús.

Cómo se unen los cuatro Evangelios para revelar a Jesucristo

Aunque cada Evangelio ofrece una perspectiva distinta, colectivamente nos proporcionan una comprensión global de quién es Jesucristo. Retratan a Jesucristo de una forma multidimensional que una sola narración no podría haber logrado. 

Mateo nos ayuda a ver a Jesús como el Rey profetizado, el Mesías, cumpliendo las profecías y expectativas del Antiguo Testamento. A través de Mateo, percibimos a Jesús como el cumplimiento de las promesas de Dios a Su pueblo, el que inauguraría el reino de los cielos en la tierra (Mateo en todo).

En Marcos, nos encontramos con un Jesús poderoso e incansable, un hombre de acción que demuestra Su divinidad mediante actos de poder y autoridad. La narración de Marcos nos empuja a reconocer a Jesús como el poderoso Hijo de Dios, que tiene control sobre la naturaleza, la enfermedad e incluso la muerte (Marcos en todo el relato).

Lucas presenta a Jesús como un sanador compasivo, un maestro y un amigo de los pecadores, mostrando Su profunda preocupación por toda la humanidad. El relato de Lucas nos permite apreciar la humanidad de Jesús y su profunda compasión hacia los marginados y olvidados de la sociedad. Al hacerlo, subraya a Jesús como el Salvador de todos, no sólo de un grupo concreto de personas (Lucas en todo).

Juan, en cambio, profundiza en la identidad divina de Jesús, presentándolo como el Verbo que se hizo carne, el Hijo divino de Dios. Su Evangelio nos da una comprensión íntima de la relación de Jesús con Su Padre y de Su posición única como Hijo unigénito de Dios (Juan en todo).

Leyendo los cuatro Evangelios uno al lado del otro, obtenemos un retrato completo de Jesucristo. La descripción polifacética que encontramos en los Evangelios nos permite captar la complejidad y la plenitud del carácter y el ministerio de Jesús. También reafirma la verdad coherente de Su vida, muerte y resurrección.

El Evangelio de Mateo revela a Jesús como el Rey profetizado, que cumple las promesas de Dios a Su pueblo. Marcos presenta a Jesús como un hombre de acción, que demuestra Su divinidad mediante actos poderosos. Lucas muestra a Jesús como un Salvador compasivo para toda la humanidad, en particular para los marginados de la sociedad. Juan profundiza en la identidad divina de Jesús, retratándolo como el divino Hijo de Dios. En conjunto, estos retratos distintos proporcionan una comprensión global de Jesucristo, afirmando la verdad coherente de Su vida, muerte y resurrección.

Ver con cuatro ojos

La presencia de cuatro Evangelios en el Nuevo Testamento proporciona una comprensión rica, diversa y completa de la vida y el ministerio de Jesucristo. Cada Evangelio, con su perspectiva y audiencia únicas, contribuye a una imagen holística de quién es Jesús. Muestran a Jesús como el Rey profetizado, el líder servidor, el Salvador compasivo y el divino Hijo de Dios. Esta descripción polifacética no sólo mejora nuestra comprensión, sino que también refuerza la coherencia y autenticidad de la vida, muerte y resurrección de Jesús, piedra angular de nuestra fe cristiana.

  • ¿Cómo enriquece tu comprensión de la vida y el ministerio de Jesús entender el enfoque único de cada Evangelio?
  • ¿De qué manera puedes relacionarte con las distintas representaciones de Jesús en los cuatro Evangelios?
  • ¿Qué pasos puedes dar para profundizar en el estudio de los Evangelios y obtener una comprensión más completa de Jesucristo?

Los cuatro Evangelios, como las facetas de una gema preciosa, reflejan cada uno un aspecto único de la vida y las enseñanzas de Jesús. Juntos, ofrecen una imagen completa y vibrante de nuestro Salvador, que refuerza nuestra fe y nuestro compromiso de seguirle. Como creyentes, sigamos aprendiendo, creciendo y encontrando nuestro camino iluminado por las verdades que encierran estas narraciones sagradas. Que nuestro estudio de los Evangelios fortalezca aún más nuestra relación con Jesucristo, nuestro Rey, nuestro Siervo, nuestro Salvador y nuestro Dios.

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